Border terrier dog by Paul Doyle
El avión estaba muerto de asco entre la nieve, cubierto hasta sus narices metálicas por el gélido elemento. Parte del pasaje, muerto también, aunque no de asco, se encontraba esparcido a su alrededor en un orden estético de dudoso buen gusto.
Tal vez debido al intenso frío los cuervos no se decidían a merodear (todavía) en busca de heridas donde ahondar o globos oculares que poder reventar... Bueno, probablemente no era a causa del frío al que estaban habituados, sino a la cautela. Aquél enorme pájaro que había surcado el cielo ronroneando de manera que ningún otro congénere es capaz de hacer, acabó aplastándose contra el suelo estallando en llamas; eso explicaba mejor su reserva pese a que, sin lugar a dudas, estaban desesperadamente hambrientos. Eso, añadido a la severa nevada que redujo el incendio a una espiral de humo maloliente y que, a posteriori, fue cubriendo el destruido esqueleto del pájaro de hierro con un impecable manto albino.
Un perro (a saber de dónde había salido, no se veían edificaciones en muchos kilómetros) mísero, de aspecto patético y cogitabundo, rondaba también la zona preocupado por encontrar refugio donde pasar la noche descansando sus rígidos huesos. ¡Qué decir de comer! Cuando llegó al lugar del accidente fue aproximándose al decesado pájaro de metal con extrema cautela. Con la nariz crispada y mirada huidiza olisqueó aquí y allá, obviando los cuerpos semi enterrados, esparcidos en la nieve cual muñecos rotos por la mano de un niño con espíritu destructivo. Aunque indiscutiblemente inertes y más tiesos que una pierna ortopédica, le inspiraban un miedo cerval. Se acercó al lugar en donde el ala incrustada en la nieve le facilitaba el ascenso hasta una prometedora ventanilla rota perteneciente a la cabina de mando. Los cuervos le vigilaban atentamente, unos sobre las ramas desnudas de los árboles del entorno, otros revoloteando en derredor, los menos picoteando el suelo, ojo avizor. El chucho tenía todas las papeletas del sorteo para morir en breve y no pensaban permitir que se congelase sin antes darse un festín a su costa.
El desgarbado animal se plantó sobre sus cuatro patas con aire conquistador. Desconfiado, miró a derecha e izquierda e inició el ascenso, no sin sufrir repetidos resbalones, y eso que por peores terrenos había tenido que lidiar en su dilatada y poco afortunada vida.
Si los perros fueran capaces de sonreír, éste lo hubiera hecho al penetrar en el todavía “cálido” ambiente del avión, justo en el pedazo de fuselaje que pertenecía a la parte delantera, no tan dañada como el resto. Si pudieran maldecir no se hubiese privado de lanzar al viento un puñado de improperios en voz alta y clara al toparse con más cadáveres humanos —los que no habían ardido como teas— desperdigados o aposentados extrañamente sobre los asientos, algunos con los cinturones todavía ceñidos al cuerpo.
Debido a que solamente era un perro ni sonrió ni maldijo. Los miró con recelo y gruñó. Al convencerse de que ni se movían ni lo harían nunca más, se estiró con indolencia, bostezó mostrando una dentadura aún en buen estado y volvió a gruñir erizando los pelos del cuello. Quizá iba a comer después de todo... a menos que se hubiesen congelado como los otros.
Ana Sefern
Negra historia, donde la cruda realidad se impone a la supervivencia tristemente. No me gustaría verme en el pellejo del cánido indolente, al fin y al cabo era cuestión de salvar la vida.
ResponderEliminarBSS
Vivir o morir "that´s the question". Deseémosle un poco de fortuna al infortunado perrete, los cuervos pueden buscar en otra parte.
EliminarBsossss
Hola Nena , y si yo te digo que los que habían atados , y no estan heridos no congelados , no serian capaces de comerse al perro ?
ResponderEliminarY que los cuervos siguiesen allí en la copa de los árboles , un relato que da por pensar , si no era mejor estar todos muerto , ya que si no se los comia el perro , lo harian los cuervos o el mismo frío .
Te deseo un feliz Domingo besos de Flor.
Hola Flor,
Eliminaryo te aseguro que excepto el perro y los cuervos, todos los demás están muertos.
Un besito, guapetona.
Hola Nena!!
ResponderEliminarLos cuervos que sigan esperando, sin embargo, ese perro tuvo buen olfato para ir hacia el lugar correcto, eso sí, un poco macabro sí lo es, pero es que lo has descrito de una forma magistral que hace imaginar la escena y hacerse una idea.
Besitos!
Hola FG!!
EliminarSí, los perros suelen tener buen olfato y este gracias a él quizá se ha conseguido un poco más de tiempo. Cuestión de supervivencia.
Gracias, guapa!!
Besitos!
Un relato espeluznante, leyéndolo me han dado escalofríos. Besinos.
ResponderEliminarEso está bien, mar.
EliminarBsossssssss
Mientras iba leyendo pensaba en otro final más dulce, pensé que había supervivientes y el perro se convertía en héroe, pero al fin al cavo no sale mal parado ya que se lleva el primer bocado.
ResponderEliminarUn beso
Sí, Rosss, creo que es posible que por primera vez en su vida coma hasta quedar saciado.
EliminarUn beso
Yo, a un lobo sí, pero a un perro no me lo imagino comiéndose a una persona
ResponderEliminarPero, dadas las circunstancias, supongo que el instinto de supervivencia es el que manda
Los cuervos me han caído fatal, y no me gustan nada
Has transmitido muy bien la sensación de vacío tras un accidente de estas características
El frío, la soledad, la muerte y el hambre
En fin, una pena y un desastre
Besos
Ese perro tiene hambre de lobo ;) Y las personas nunca le han tratado muy bien.
Eliminar¿Los cuervos te han caído mal y no te gustan nada? También tenían hambre... Y frío, a pesar de sus muchas plumas :D:D
Gracias, Mela, me alegra saberlo (lo de transmitir, no una pena y un desastre...)
Besos
Uy pobre perrito debe tener mucha hambre Lo que uno hace por sobrevivir. Adoro como escribes , en pocas palabras logras una buena atmósfera d e suspenso. Te mando un beso y te deseo un buen feriado
ResponderEliminarY tanto JP, y cuando hay hambre no se sabe hasta dónde se puede llegar.
EliminarCon lo dada que soy a enrollarme por lo general, me alegra que pienses así, eso quiere decir que me voy conteniendo ;) Gracias guapa!
Un besote.
Hay perras que al parir se comen a sus crías. El instinto de supervivencia no le permite dudar en hacer lo que tiene que hacer. Me gustó tu relato, con un final abierto. Ana Maria, nunca destiñez, siempre son muy buenos tus relatos.
ResponderEliminarBendiciones
(Soy Luis)
Es cierto, por desagradable y antinatura que sea.
EliminarGracias, Luis, tú siempre tan amable. Me alegra mucho que te gusten mis relatos.
Un abrazo.
Me encantó la historia, aunque parezca un poco tétrica no lo es tanto, vivir o morir, supervivencia pura y dura. Muy buena.
ResponderEliminarAsí es, Mariola.
EliminarMuchas gracias!
te imaginas la escena y la verdad un poco tetrica si parece, la supervivencia es innato en todos los seres y si el hombre lo hace porque un animal no iba hacerlo, esta es la vida la lucha constante algunas veces en condiciones duras, besssssssssss y preciosa
ResponderEliminarTétrica no, lo siguiente, pero así es la vida cuando parece dar la espalda.
EliminarMuchas gracias, guapetona. Besitos
Muchas gracias Stella, un placer verte por aquí.
ResponderEliminarUn beso
El instinto de supervivencia... La competencia entre el cuadrúpedo y los pájaros, ¿quién conseguirá darse el festín? Próximamente en nuevas Historias desde el avión... Perdón, el tren, jajaja. Te quedó muy bien.
ResponderEliminarUn beso guapa ;)
Pues no sé quién se dará el festín al final, lo dejo a tu elección jajaja.
EliminarGracias Ray.
Un beso.
La dura realidad de la supervivencia... Buen relato.
ResponderEliminarBesos
Gracias, Sara.
EliminarBesos