Imagen de la red - Fotomontaje de Nena Kosta
Vio la casa a lo lejos parcialmente oculta por un puñado de árboles raquíticos, en aquél lugar inhóspito que sudaba humedad y la escupía al aire. Inspiró tragándose una gran bocanada mojada y la dejó acomodarse en los pulmones antes de aventurarse a seguir adelante.
Le atrajo de forma casi perversa aquella mole de piedra gris cubierta de manera pulcra por el verdín del tiempo y, mientras ascendía colina arriba jadeando como un perro, se preguntaba qué demonios estaba haciendo, en qué momento su estupidez rebasó los límites de lo razonable y le animó a trepar cual cabra montesa sin siquiera conocer el lugar. Él, que era la encarnación de un hombre a su sillón pegado. A pesar de su reticencia mental continuó adelante cerrando su cerebro a preguntas que no sabía cómo responder. Abajo, en el pueblo, donde el anciano Renault gritó taxativamente que iniciaba una huelga contra el abuso a castigados motores reventados, esperaba su confortable habitación en la posada "La Corneja Azul", con un mullido lecho y una profunda chimenea. Evocándolos sintió un contundente escalofrío; se abotonó bien el abrigo y embutió las manos en sus bolsillos. Demasiado tarde para dar la vuelta, tenía la casa a tiro de piedra... diría que hasta la vio parpadear con sus contraventanas podridas. La curiosidad por verla de cerca era demasiado intensa.
El cielo lucía un profundo color metálico parcheado con retazos de distinta tonalidad de gris, desde el oscuro al más claro. Algunos jirones de nube, cual harapos sesgados por el viento, se movían sobre su cabeza y sobre la vieja testa de la casona que asomaba por encima de las copas de árboles demacrados. Entrecerró los ojos para captar mejor la descarnada belleza del abandono. Una gota le cayó en la mejilla y oyó ulular al viento del norte. Caminó los últimos pasos que le separaban de la puerta principal escuchando crujir el suelo a sus pies al quebrarse múltiples palitroques resecos que alfombraban el camino. Un par de cornejas salió volando rauda de entre las ramas más altas de un árbol. Oscurecía a marchas forzadas, ni por un millón de millones de euros pensaba entrar. ¿Acaso le esperaba el Mapa del Tesoro tras aquellos muros? Mejor largarse antes de que se le echara la noche encima, no tenía intención de despeñarse montaña abajo o perderse, de camino a la posada. Sin embargo, no reculó. Siguió con la mirada a las cornejas hasta que se hicieron muy pequeñas en el cielo y, solo entonces, volvió a centrar su atención en la casa gris.
Le atrajo de forma casi perversa aquella mole de piedra gris cubierta de manera pulcra por el verdín del tiempo y, mientras ascendía colina arriba jadeando como un perro, se preguntaba qué demonios estaba haciendo, en qué momento su estupidez rebasó los límites de lo razonable y le animó a trepar cual cabra montesa sin siquiera conocer el lugar. Él, que era la encarnación de un hombre a su sillón pegado. A pesar de su reticencia mental continuó adelante cerrando su cerebro a preguntas que no sabía cómo responder. Abajo, en el pueblo, donde el anciano Renault gritó taxativamente que iniciaba una huelga contra el abuso a castigados motores reventados, esperaba su confortable habitación en la posada "La Corneja Azul", con un mullido lecho y una profunda chimenea. Evocándolos sintió un contundente escalofrío; se abotonó bien el abrigo y embutió las manos en sus bolsillos. Demasiado tarde para dar la vuelta, tenía la casa a tiro de piedra... diría que hasta la vio parpadear con sus contraventanas podridas. La curiosidad por verla de cerca era demasiado intensa.
El cielo lucía un profundo color metálico parcheado con retazos de distinta tonalidad de gris, desde el oscuro al más claro. Algunos jirones de nube, cual harapos sesgados por el viento, se movían sobre su cabeza y sobre la vieja testa de la casona que asomaba por encima de las copas de árboles demacrados. Entrecerró los ojos para captar mejor la descarnada belleza del abandono. Una gota le cayó en la mejilla y oyó ulular al viento del norte. Caminó los últimos pasos que le separaban de la puerta principal escuchando crujir el suelo a sus pies al quebrarse múltiples palitroques resecos que alfombraban el camino. Un par de cornejas salió volando rauda de entre las ramas más altas de un árbol. Oscurecía a marchas forzadas, ni por un millón de millones de euros pensaba entrar. ¿Acaso le esperaba el Mapa del Tesoro tras aquellos muros? Mejor largarse antes de que se le echara la noche encima, no tenía intención de despeñarse montaña abajo o perderse, de camino a la posada. Sin embargo, no reculó. Siguió con la mirada a las cornejas hasta que se hicieron muy pequeñas en el cielo y, solo entonces, volvió a centrar su atención en la casa gris.
"La Casa gris, LA CASA GRIS, L-A C-A-S-A G-R-I-S, cuchicheó su mente-. Ve a la derecha".
¿Importaba mucho derecha, izquierda, diestra o siniestra?
No notó la sutil llovizna que empezaba a mojarle mientras doblaba el recodo, pero sí vio uno de los árboles custodios que, de cerca, no le pareció tan raquítico. De hecho, era casi exuberante. Frunció el ceño, desconcertado.
En sus largas, nudosas y retorcidas ramas se arracimaban hojas de color verde oliva; parecían jóvenes y tiernas, si bien tenían un gran tamaño. Algunas rozaban el muro de la casa, ahogado en verdín, como si lo acariciaran. La mala hierba se enseñoreaba de la zona. Por entre el desaliño, una solitaria lápida oscura, parcialmente hundida en la tierra y medio carcomida por años de intemperie. El corazón le dio un vuelco, no esperaba semejante descubrimiento, la casa no parecía una iglesia ni los alrededores un cementerio. Extrañado, saltó la maleza para llegarse junto a la lápida, apartó los hierbajos que la cubrían e hincó rodilla en tierra. Había muy poca luz, lo que unido al deterioro de años de abandono, apenas si dejaba entrever una cruz tallada en la piedra húmeda. Sacó el móvil de un bolsillo, encendió la linterna y acercó la luz al añejo epitafio.
ROSA
¿Importaba mucho derecha, izquierda, diestra o siniestra?
No notó la sutil llovizna que empezaba a mojarle mientras doblaba el recodo, pero sí vio uno de los árboles custodios que, de cerca, no le pareció tan raquítico. De hecho, era casi exuberante. Frunció el ceño, desconcertado.
En sus largas, nudosas y retorcidas ramas se arracimaban hojas de color verde oliva; parecían jóvenes y tiernas, si bien tenían un gran tamaño. Algunas rozaban el muro de la casa, ahogado en verdín, como si lo acariciaran. La mala hierba se enseñoreaba de la zona. Por entre el desaliño, una solitaria lápida oscura, parcialmente hundida en la tierra y medio carcomida por años de intemperie. El corazón le dio un vuelco, no esperaba semejante descubrimiento, la casa no parecía una iglesia ni los alrededores un cementerio. Extrañado, saltó la maleza para llegarse junto a la lápida, apartó los hierbajos que la cubrían e hincó rodilla en tierra. Había muy poca luz, lo que unido al deterioro de años de abandono, apenas si dejaba entrever una cruz tallada en la piedra húmeda. Sacó el móvil de un bolsillo, encendió la linterna y acercó la luz al añejo epitafio.
ROSA
1862-1887
Lo que dura fresca una rosa,
lo que tarda en secarse una lágrima,
corta vida la de la mariposa...
Mi dulce alma, espera, mi bien,
reposa.
Aquello le impresionó, se le encogió el estómago, sintió que se mareaba al acariciar con mimo la inscripción. Notó entibiarse la losa bajo su mano, quiso apartarla pero no le obedeció. El árbol sobre su cabeza cuchicheó con fuerza, poblándose rápidamente con más hojas grandes color aceituna. Brotaron pequeños capullos de rosa donde reinaba la maleza, mientras su cuerpo se iba tornando rígido, frío y gris... como la piedra.
Ana Sefern
Inquietante y casi escaofriante, me ha encantado el relato. Ya sabemos lo que dice el refrán"La curiosidad mató al gato". La imagen es estupenda y muy elocuente.
ResponderEliminarUn beso
Gracias Julia, me alegra haberte inquietado y escalofriado un poquito jajaja, soy mala.
EliminarUn beso
Hola, Nena... Esta casa gris atrajo a este hombre de forma perversa en cuanto la vio... y perversa era su intención
ResponderEliminarCreo que la habitación de la posada se quedará vacía... y un viejo coche sin dueño
La curiosidad de este hombre, a quien le gusta tanto un sillón, no tenía demasiada lógica
Supongo que hay una cita a la que no podemos defraudar e ignorar
Me ha sorprendido el final... aunque reconozco que nada bueno esperaba ;-)
Me ha encantado la imagen y la descripción impecable del lugar
Besos
Hola Mela, si nada bueno esperabas, ya ibas algo prevenida; no sé si esperabas algo raro porque me conoces y dices que soy retorcida o porque la lectura te llevaba a pensarlo... quizá hayan influido las dos cosas.
EliminarLa curiosidad del hombre era extraña sí, pero como dices, tenía una cita, aunque él no lo sabía o jamás habría acudido cuando todo le indicaba que hubiera estado mejor en su caliente habitación de la posada.
Me siento satisfecha de haber creado un entorno de "esos que tanto te gustan y tan bien te hacen sentir" jajajaja
Un beso.
Nena me he quedado con ganas de más, ha sido como leer una novela de mil páginas, casi sin respirar, de esas que te enganchan desde la primera linea, y no puedes abandonar por nada del mundo, porque esperas con ansiedad que no acabe nunca.
ResponderEliminarSorprendente.
Besos.
Feliz semana guapa.
Hola Concha, es lo que tienen los relatos que, a veces, saben a poco; a mi también me pasa si la lectura me entretiene. Me alegra que te hayas sentido así. Y que te haya sorprendido.
EliminarUn beso, pasa un buen finde.
Uy es terrible cuando nos obsesionamos por algo más allá de que nos haga daño, como esa casa que le hizo perder todo . Genial relato de terror, sentí que estba alli presenciado todo te mando un beso.
ResponderEliminarHola JP, lo de este hombre fue como una llamada muda, él no imaginaba lo que iba a pasar ni en sus peores sueños... Porque no tiene lógica., en ocasiones, las cosas se presentan de forma ininteligible para uno mismo, pero algo te impulsa a seguir adelante, aunque no entiendas muy bien por qué.
EliminarSi sentiste que estabas allí, espero que hayas pasado frío y miedo jajaja... sólo un poco, vale.
También te mando un beso y te deseo un buen fin de semana.
Exquisita lectura. Desde la descripción de la locación, la atmósfera del momento, la tensión que se respira, el andar del protagonista, sus incomodos desplazamientos, sus miedos que lo acompañan y esa, su curiosidad que lo hace seguir. Estoy en medio de una narrativa envolvente, quiero leer más rápido para saber que sigue más adelante. Llego en la lectura (junto con el protagonista) a ese lugar que guarece hojas frescas en medio de un mar de hojas secas, que no hacen otra cosa que incrementar la confusión (¿Qué lugar es este?). Y luego esa lápida que en lugar de ofrecer una respuesta suma desconcierto, con un epitafio que reza palabras que más parecen un mágico conjuro (o acaso una maldición). Con el corazón acelerado me percato, que el valiente protagonista, quedará convertido en parte de ese paisaje gris. Me alegro entonces, que la inscripción de aquella tumba, solo afectara al que la leyó en tu historia y no a mí que también la leí (creo que me salvó el monitor)
ResponderEliminarComo sea, no pienso leer ese epitafio nuevamente, no vaya a ocurrir que mañana, solo encuentren una piedra gris junto a mi computador.
Tu obra me gustó, me pareció muy buena e interesante de principio a fin, con un cierre inesperado y no se si decirte “Gracias” o demandarte, porque me has dejado tensionado y con miedo de apagar la luz.
(Muy buen trabajo, te felicito)
Hola Juan Carlos, no sabes lo que me alegra que te haya gustado tanto, para mi ha sido un placer escribirlo, imagínate si sé que he transmitido lo que pretendía.
EliminarNo es necesario que me des las gracias, faltaría más pero, hombre, tampoco me vayas a demandar jajajaja. Tú no te preocupes que el epitafio ya ves que no tiene efecto fuera de escena, soy un poco malvada, pero bruja "de verdad" no... todavía.
Muchísimas gracias por tu opinión tan favorable, me encanta haberte hecho pasar un buen-mal rato.
Un abrazo
la foto es inquietante y desde luego la historia te lleva a que algo bueno no es, esa llamada constante e intensa de la casa, la verdad inquietante con un final que esperabamos, como nos envuelves y nos inquitas, estoy encogida, bessssssssss y feliz finde
ResponderEliminarHola Pepa, la foto te asoma a lo que vendrá después, si no exactamente, sí a que algo se cuece y no con muy buen sabor jejeje.
EliminarDesencógete, que ya pasó. Y cuídate mucho... no trabajes tanto, niña.
Feliz finde.
Me encanta tu narrativa, hay frases que me envuelven como "jirones de nube, cual harapos sesgados por el viento..." o ...descarnada belleza del abandono"... que maravilla de relato. A veces hay que salir de nosotros mismos, nos sentimos muy cómodos en nuestra rutina diaria pero salir nos causa miedo,pero solo fuera encontramos... aunque nos duela.
ResponderEliminarUn beso preciosa.
Gracias Francis; me alegra mucho que te haya gustado el relato.
EliminarA este hombre no sé si le dolió, pero salirse de la rutina le costó bastante caro :(
Un beso grande
La imagen ya anuncia el texto que encontraremos a continuación, un relato sin duda inquietante. Me ha gustado.
ResponderEliminarBesos:)
Gracias Sara, me alegra saber que te ha gustado.
EliminarBesos y buen finde.
Inquietante la historia amiga Nena.
ResponderEliminarTus relatos son realmente interesante
me encantan amiga
Muchos besos
Gracias María, yo feliz de que te gusten.
EliminarMuchos besos.
Me ha encantado, el tono siniestro, de abandono, que tiene el relato, las expresiones tan bellas ("el verdín del tiempo")... Me ha recordado un poco a algunos textos de Lovecraft, y eso que es un autor del que he leído poco.
ResponderEliminarUn beso guapa, feliz finde ;)
Hola Ray, tengo que confesar que no he leído a Lovecraft; supongo que, por su fama, debe ser casi pecado, así que quizá deba hacer una incursión en su obra... ahora me pica la curiosidad jejeje.
EliminarGracias siempre por tu opinión.
Un beso y feliz finde también para ti.
Hola Nena , dios mio se me corto casi la digestión y la cosa es que anoche , vi la entrada en tu Facebook , y me dije voy a ver de que trata , pero se me quedo sin bateria el pc y ya no lo vi , y paso ahora y medejas con la sangre helada , muy bueno enhorabuena amiga mia , te felicito me a gustado mucho de verdad , te deseo un feliz fin de semana , besos de Flor.
ResponderEliminarHola Flor, jajaja... perdón, es que tu casi corte de digestión me ha hecho gracia, mejor que se haya quedado en un casi ¿no? Está muy bien que te haya impresionado el relato y sobre todo, que te haya gustado. También te deseo un buen finde. Un besito.
EliminarTétrico y fascinante relato donde la razón te advierte y la curiosidad o quizá el destino escrito te guían al lugar donde sin remedio debes llegar. Me encantó y fascinó por que en el mismo instante que comienzas a leer te tensas y no puedes dejarlo hasta el final. Felicidades por un estupendo trabajo. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Mariola, todo un placer haberte mantenido en tensión.
EliminarUn beso grande.
HHola Nena!!
ResponderEliminarYa tan sólo con esa descripción de la casa y su entorno, me entraron ganas de decirle al protagonista que se diera media vuelta, sin embargo, a mí también me entró curiosidad y continué caminando a su lado.... Pero me da a mí que sentarme a mirar la inscripción de la lápida ya no lo habría hecho... y menos mal.
Me encantó y me atrapó, aunque he escapado antes que tu protagonista.
Besitos
ola
Hola FG, chica lista que no dejaste que la curiosidad te llevara al borde del abismo jajaja. Creo que cuando el sentido común indica que no hagas una cosa, hay que escucharle con mucha atención; por algo será. Aunque, en este caso, me parece que la llamada de la casa era más fuerte que las voces del sentido común del protagonista. Y uno nunca imagina un final semejante para un paseo por el campo, eso por descontado.
EliminarUn besito.
Misterio muy bien afinado.
ResponderEliminarGracias.
Un Abrazo.
Gracias a vosotros por pasaros, chicos.
EliminarUn abrazo.