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martes, 18 de marzo de 2014

La Casa de Mis Sueños (2ª Parte)



La Casa de Mis Sueños, por Ana Sefern
2ª Parte

      Proseguí con el paseo deteniéndome en una propiedad vacía, dueña de una enorme higuera flanqueando un lado de la verja.  No me gustan las higueras ni sus frutos  abombados. Reconozco que son majestuosas y dan buena sombra, pero huelen mal y yo soy muy mía en cuestión de olores. El tema es que en aquella casa no debían notarlo o, quizá, no eran tan tiquismiquis como una servidora.
        “Puede que les huela a Chanel nº 5, jijiji”sugirió ese cerebrito con incontinencia verbal. Le ignoré y seguí adelante.
Apenas había tráfico, otra notable diferencia entre una y otra zona. La fábrica provocaba eso: camiones pasando a cargar o descargar, los coches de los empleados entrando al principio de la jornada y saliendo a su fin, además de los tarados que confundían la carretera con un circuito de fórmula uno, obviando las señales de límite de velocidad. Sólo los sábados y los domingos se relajaba la actividad.
En mi calle tampoco había aceras, la calzada era dueña y señora y los coches creían, con razón, que todo el monte es orégano. Ignoraban sin reparo las pocas señales que advertían del cercano colegio, apostado justo detrás de mi parcela, y algunos volaban literalmente saltando los baches. Natural, iban tan rápidos que no les daba tiempo a asimilarlas.

Sin embargo, mi recién descubierta urbanización rural, estaba pavimentada en su lado izquierdo, según salías del senderillo, por pequeñas losetas gris vulgar sobre las que yo pisé casi con deleite. No era una acera ancha, cierto, pero me hizo pensar que, al menos allí, se tenía en consideración al vecindario.
“Aunque el ayuntamiento margine a los gordos, que habrán de caminar casi de medio lado, pensé haciendo un mohín.
Al punto tuve réplica.
“Escucha, tontita: puede que sea una indirecta, que lo único que intenten sea fomentar la tan cacareada dieta mediterránea. ¡SEÑORAS Y SEÑORES SOBRADOS DE KILOS, adelgacen ustedes para poder dispensar un uso satisfactorio a esta fabulosa micro acera! ¡Denle fuerte a la fruta, a las verduras, al aceite de oliva y a las maravillosas carnes y pescados del país asaditos al punto! ¡Huyan como caballos desbocados de las frituras, de las salsas que, no se engañen, no son la “salsa de la vida”. Escapen derrapando de los dulces industriales, de la pasta a la italiana y métanse entre pecho y espalda un buen bocata de jamón ibérico!”, voceó el lado alborotador de mi mente por enésima vez.
         ―La dieta mediterránea no está tan mal ―murmuré con una sonrisa.
         “Ya, bueno, es que no me has entendido, sólo pretendía hacer una crítica a las aceras estrechas”.
         “¡Uf! Divagas, te enredas, te enzarzas en mítines idiotas... ¡Di lo que tengas que decir de forma directa y concisa! O mejor no digas nada, estoy cansada de oírte.”
         “Pues te jorobas y bailas, es lo que hay, no puedes escapar de mí”.
         “Cuando quiera y como quiera. ¡Habla, no pienso responderte, estoy dando un paseo tranquilo y no consentiré que me lo fastidies con tu cháchara malintencionada!”
         “No es cháchara malintencionada y lo sabes, sólo digo la verdad, no suavizo las cosas, no barnizo la silla cuando la madera ya está podrida”.
         “No, tú únicamente me cabreas, me pones de mala leche, me haces renegar del mundo”.
         “Hija mía, lo sabes de sobra, nacemos lechones y morimos marranos, la inocencia se pierde con los años, no es culpa mía”.
Inspiré hondo, estaba empezando a agotarme. Ganas me daban de dar media vuelta y regresar a casa.  Podía trabajar un poco antes de cenar, todavía quedaban dos puertas por lijar y barnizar. No debía retrasarlo más, septiembre se echaba encima y quería dejar aquello terminado.

Entonces la vi.
El muro de piedra con la verja de hierro a media altura, la torre asomando y haciéndose más grande a medida que me acercaba… Me detuve frente a la verja principal con la boca abierta, como si fuera aquella la primera vez en mi vida que veía una casa. Pero es que era mi casa, la casa que alguna vez había soñado tener; la casa de mis sueños se había materializado de pronto, sin esperarlo, sin buscarla.
LAS BUGANVILLAS.
Hasta el nombre era perfecto. Y tenía su por qué. El tramo embaldosado que partía tras la verja y conducía a la casa era una explosión desordenada de florecillas fucsia trepando por una pérgola de hierro que hacía arcada. Un sombreado pasaje celestial que arropaba amorosamente a todo aquél que tuviera la suerte de acceder a la vivienda, tamizando los feroces rayos del veraniego sol levantino y evitando que cayeran a plomo sobre ellos.
A mano derecha un trocito de terreno salpicado de naranjos y limoneros, a la izquierda una piscina de considerables dimensiones, vacía y algo decrépita.
La arquitectura de la casa no era moderna, eso fue lo que me encandiló. Al término de la floreada pérgola había un porche simétricamente custodiado por un tramo de escaleras que convergían en la puerta principal, por encima del porche; amplias ventanas enrejadas, con las persianas bajas, rodeaban la fachada a varias alturas advirtiendo, junto con el desaliñado entorno, del abandono del lugar.
Y la torre. Pequeña, cuadrada, con su cubierta puntiaguda forrada de tejas marrones, cuyas ventanitas, una por cada cara, remataban en un arco de medio punto.
         
        “Ahí pondrías tu estudio, ¿eh, bruja? Para escribir esas chorraditas que nadie leerá nunca”.
“Te ruego que no me estropees este momento”.
          “Nunca tendrás una casa así, ¿para qué soñar y planear?”.
“La vida está hecha de sueños, son nuestro motor; y no cuestan nada”.
“Pero esta casa, por abandonada que parezca, sí. Déjate de pamplinas y ve a hacer la cena, soñando no te alimentarás”.
“¡Déjame en paz! ¿Por qué te empeñas en mortificarme? ¿Qué te he hecho yo?
“Hablas como una chiflada, tú eres yo, ¿se te va la olla, o qué?
“Yo no soy una amargada, no dejaré que me conviertas en eso”.
“¡A hacer la cena!
“¡Al infierno contigo!”
“Está oscureciendo, idiota, y esto no es la Calle Mayor, ¿andas buscando que te violen? Vuelve a tu casa, a la casa que sí es tuya, y atibórrate a comida. Hay quien come para suplir sus carencias emocionales y quien bebe para olvidar sus miserias”.
“¿Y pretendes que yo haga eso? ¡Gilipollas!
“¡Jajajajaja!”

Le hacía falta una buena mano de pintura. Imaginé un pastoso color mostaza con las molduras en crema; las persianas de madera y las rejas, ahora gris polvoriento, de un blanco puro y luminoso. Y convendría podar los árboles, sanear aquellas dos palmeras, pintar también el muro… ¿Qué es eso? ¿Un garaje? Bueno, no es grande, pero tampoco lo es mi coche…
         “Por el amor de Dios, deja de babear, ridícula, ¡me pones enferma!”
“¿No será al contrario?”
“Vale, lo que tú digas, tengamos la fiesta en paz. Vete a casa, se está haciendo tarde, hablo en serio”.
         “Siempre lo haces, ¿no?”
         “Tú sabrás”.
         “Por supuesto que lo sé”.
       ¡ENTONCES NO ME TOQUES MÁS LAS NARICES! ¡SUEÑA CON LA PUTA CASA TODA LA NOCHE SI ES TU GUSTO, PERO HAZLO EN TU CAMA, NO AQUÍ, DE PIE, COMO SI FUERAS RETRASADA!


(Continuará...)

25 comentarios:

  1. Sé que este pasaje, justo el del descubrimiento de esta casa que era la de sus sueños, me gustó muchísimo, y desde luego hoy al releerlo nuevamente me ha pasado igual.

    Besos!!! Disfruta de un buen y feliz martes!

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    1. Pues me alegra que sea así... ¡que no decaiga!
      Que pases también un estupendo martes y ¡a por la mitad de la semana!
      Besos!!

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  2. Con una cabeza como la que tiene la protagonista no le hacen falta amigos ni enemigos! Vaya cháchara, es que no se calla ni debajo del agua, jajajaja.
    Me ha gustado mucho como has descrito la casa, hasta a mi me han entrado ganas de perderme en ella :)
    Besos Nena!

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    1. "Tiene de to", ¿verdad? Jamás se sentirá sola jajajaja (aunque tal vez lo desee)
      La casa existe, Laura, es... tan decadente ainsssss.
      Besos, preciosa.

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  3. Hola Nena... Ya me imagino como termina esta historia... la protagonista se da de cabezazos contra una pared... jajaja
    Como a Laura, me ha encantado la descripción de la casa... y las reformas las encuentro adecuadas
    Me he carcajeado imaginando a una persona obesa caminando por esa estrecha acera
    Y lo de la violación me ha hecho carcajear de nuevo... no sé qué diría esa parte oscura de la mente si se produjera esa situación
    Cuando un relato es bueno, así por partes, el lector lo saborea más... es lo que me está pasando a mí
    Me ha encantado... enhorabuena
    Besos

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    1. ¡Qué imaginación tan destructiva Mela jajajajaja!
      Me gusta saber que pasas buenos ratos con la historia, no siempre fue así; va a ser cierto que por partes se le saca más jugo.

      Bueno, tú ya sabes que la casa existe, así que no lo repito jejejeje.

      Tu sentido del humor es extraño, mira que carcajearte de "esas cosas tan serias"... (no sé por qué lo entrecomillo)
      Gracias, guapa!!!!!!
      Besosssssss

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  4. Nena... la imaginación destructiva la tienes tú... yo te aseguro que si una persona tuviese esa dualidad mental... se da cabezazos contra una pared
    Claro que la violación es un tema serio... pero, en esta caso, creo que el violador huiría despavorido... jajaja
    Y no me vuelvas a decir que esta historia no me gustaba, lo que ocurrió es que me gustan mucho los libros de aventuras y no comprendía a qué venía este relato... además creo que te empeñaste en que me tenía que gustar
    Pues a mí me parece que lo has repetido

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    1. ¿Y qué iba a sacar con eso? O un dolor terrible o un cráneo abierto.
      Sí, quizá huyera despavorido, siempre y cuando la protagonista se pusiera a replicar a su cerebro en voz alta y le mirara con ojos extraviados.
      Yo no te he dicho nada... específicamente. Salvo que eres de piñón fijo. Nunca dejaré de escribir mis novelas juveniles, el resto es un "además".
      No me empeño en nada, tu mente te aconseja mal.
      Repeat, please.

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  5. Te juro que he visto la casa! Muy buena descripción. Eso sí, yo me iría un tiempo ha vivir a la cabeza de esa mujer. Las conversaciones que tiene consigo misma son de antología. Esperando a ver cómo termina todo esto.

    Un abrazo!

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    1. ¿Estás seguro de que te irías a vivir a esa cabeza taaaan pelmaza jajaja?
      No te aburrirías, pero...
      Un abrazo Mr. M

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  6. Me pasa como a FG lo recuerdo y muy bien
    pero ahora que tengo mas confianza te digo que tus personajes son un poco
    mal falados jaaaaaaaa
    un biquiño

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    1. ¿Ah, lo habías leído? Pues no lo recordaba, hubiera jurado que no, pero claro, se me va la pinza que no veas.
      No, María mis personajes no son mal hablados, son reales y está claro que no a todo el mundo le salen flores por la boca a todas horas, eso me lo guardo para los poemas ;)
      Un biquiño

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  7. Buen cambio de ritmo en tan corto tramo del relato. Por un lado a la prota le daría un par de pastillitas para que su esquizofrenia se relaje jaja, porque eso de mantener conversaciones consigo misma.... Buen punto de humor en general. a seguir ...

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    1. Seguramente le hacen falta esas pastillitas jajaja, aunque me parece que tendré que dárselas a escondidas que si no, su yo mental la pondrá sobre aviso y me va a costar un mundo dar explicaciones ;)
      Gracias por volver a dejarme tu opinión.

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  8. Hemos descubierto la casa!
    Y esa vocecita que no se calla y deja disfrutar del momento...
    Esperamos la parte 3.
    Besos amiga!

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    1. Sí, ya hemos llegado al objeto de deseo. "La voz de la razón" no descansa y siempre quiere imponerse, veremos si continúa igual a través del tiempo.
      Besos Juanh

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  9. Nenaaa!! Al fin puedo comentarte jejeej, perdona que mi comentario no tenga nada que ver con la entrada pero estaba deseando hablar contigo y no puedo comentar en tus otros blogs :( Así que he decidido probar suerte en éste. De todos modos te he contestado a tu último comentario en el mio. Un abrazo muy fuerte amiga!!

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    1. Hoooola Isabel!!!
      Sí, éste es el único blog en el que he dejado los comentarios abiertos, ya que somos menos, (aunque dejarlos abiertos fue una especie de "accidente", no estaba previsto tampoco) Concidió que me puse mala -gripazo monumental- y no tuve ganas ni de copiar/pegar la explicación que dejé en los otros. Necesitaba un respirillo y como no estoy yendo a comentar a otros blogs más que de vez en cuando, prefiero cerrar los míos y así tan amig@s. Voy a estar así un tiempo.
      Ya he leído tu respuesta. Cierto que coincidimos bastante en gustos, el libro que reseñas hoy me intriga mucho, tiene una pinta genial.
      Te mando un puñado de besos y un abrazo enoooorme!!!

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    2. Ah vale, es que no sabía nada he estado un tiempo que también entraba poco, por eso me extrañó lo de que ya no se pudiera comentar. Pero bueno ahora ya me he enterado ejejeje. Muchos besos y nos leemos.

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  10. Los sueños son verdaderamente el motor que nos mueve a todos en general y soñar despiertos también es algo que realizamos a menudo, muy necesario y esencial.
    Felicidades Ana por esta imaginación fresca, viva y soñadora.
    Feliz semana, abrazos inmensos.
    Pilar

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    1. Creo que no se puede ni se debe vivir sin sueños, si lo hiciéramos la vida tendría poco sentido y, hoy por hoy, nadie nos cobra por soñar ;)
      Gracias Pilar!!!
      Muchos besitos

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  11. Haber como acaba esa lucha entre las dos personalidades de tu personaje, la casa que describes me recuerda a una que vi una vez siendo adolescente y que nunca he olvidado, también estaba rodeada de buganvillas en flor y era todo un espectáculo de color y armonía.
    Discrepo en lo de la higuera, su olor me embriaga aunque sus frutos no me hacen ni fu ni fa.
    Abrazos

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    1. Hola Julia! Veremos cómo acaba sin tardar mucho.
      La protagonista no tiene doble personalidad, sólo una voz de la razón estricta, fastidiosa, demasiado práctica y crítica que a ella le molesta. Ya se sabe que el corazón y la razón suelen discrepar: la protagonista es todo corazón pero su mente va al grano. Al pan, pan y al vino, vino según ella.
      La casa de tu recuerdo debía ser maravillosa, es curioso que tampoco la hayas olvidado, te pasa como a mi. Hay cosas que nos impactan, aunque en principio no nos demos cuenta.

      Bueno jajaja, es una fobia personal. Yo es que no puedo ni con los higos, que me dan un poco de asco, ni con su olor (que llamaría vaga y suavemente, "raro") En cambio, la higuera que menciona el relato es un árbol majestuoso y hay que reconocerlo.

      Un abrazo fuerte

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