LA LADRONA (Parte cuarta)
por Ana Sefern
por Ana Sefern
La oscuridad fue despojándose de su negror. Cesó la lluvia y el cielo se aclaró tanto que su luz le dolió en los ojos y tuvo que cerrarlos.
Tras los cristales del ventanal vivió el repentino cambio, aturdida. Una vez más alzó la vista hacia aquél cielo de un azul brillante e impoluto donde el sol de mayo reinaba en solitario. La hierba del jardín ya no era oscura, los frondosos árboles dejaron de ser meras siluetas recortándose en la oscuridad y los rosales de mamá se le presentaron como antaño: cuajados de rosas perfectas, tan rojas como la sangre.
Después aparecieron los niños corriendo alocadamente por entre las mesas improvisadas para la fiesta de su noveno cumpleaños, enredando entre los padres, chillando y riendo a carcajadas.
Aquél noveno cumpleaños.
Alguien dijo:
-Juguemos al escondite.
-¡No, a "tú la llevas"! -vociferó una niña pelirroja con cara de pillete.
-Luego, primero al escondite. ¡Tú buscas, Violeta!
-Ni hablar, es mi cumpleaños, puedo elegir y quiero esconderme.
-También es mi cumpleaños, idiota, y yo también elijo esconderme. ¡Pagas tú, listo!
-¡Luis, Carla, Matías, Berta, venir aquí, vamos a jugar al escondite! -canturreó Violeta-. Cuenta hasta cien sin trampas, Andrés, si miras no valdrá y volverás a pagar.
-Es Sol, la que siempre hace trampas, para que lo sepas -protestó el chaval.
- ¡Eso es mentira y tú eres un asqueroso embustero! -replicó Soledad airadamente.
-Ni caso, Sol -la tranquilizó su gemela-. Venga, Andrés, no seas pesado y empieza a contar... ¡ya!
Todos, excepto Andrés, echaron a correr dispersándose por el enorme jardín que rodeaba la casa; un jardín encantador con su rústico cenador antiguo, íntimas glorietas cubiertas de enredaderas en flor, sombreados banquitos de piedra arropados amorosamente por sauces añejos y coloridos parterres floridos en toda su opulencia primaveral.
Violeta se perdió en la parte trasera de la casa. Soledad fue detrás de ella. Adivinó que su hermana pensaba esconderse en el arcón donde se guardaban las sillas plegables y que, en ese momento, estaba vacío. No se equivocaba.
-¡No, vete Sol, no cabemos las dos, escóndete detrás del seto!
Ella así lo hizo, aunque molesta por el tono altanero que había empleado Violeta.
Y desde el improvisado escondite vio llegar a Andrés.
"¡Ha mirado! El muy tramposo, sabe que estamos por aquí, pensó frunciendo los labios con desagrado-. Y seguro que no ha contado hasta cien. ¡Se va a enterar!"
Andrés se acercó al arcón, miró a su alrededor con disimulo y le pasó el cerrojo.
-Ahí te quedas un buen rato, lis-ta . A mi no me vuelves a insultar -dijo acercando la boca a la tapa. Y se marchó silbando desafinadamente.
"¡Será cerdo! ¡Se piensa que la que está ahí dentro soy yo!, se dijo Soledad, atónita y furiosa a un tiempo-. ¡Le voy a arrancar todo los pelos de esa cabeza de pepino que tiene!
Aquél noveno cumpleaños.
Alguien dijo:
-Juguemos al escondite.
-¡No, a "tú la llevas"! -vociferó una niña pelirroja con cara de pillete.
-Luego, primero al escondite. ¡Tú buscas, Violeta!
-Ni hablar, es mi cumpleaños, puedo elegir y quiero esconderme.
-Pues tú, Soledad. Imagen:Gemelas, de Luz Antequera
-También es mi cumpleaños, idiota, y yo también elijo esconderme. ¡Pagas tú, listo!
-¡Luis, Carla, Matías, Berta, venir aquí, vamos a jugar al escondite! -canturreó Violeta-. Cuenta hasta cien sin trampas, Andrés, si miras no valdrá y volverás a pagar.
-Es Sol, la que siempre hace trampas, para que lo sepas -protestó el chaval.
- ¡Eso es mentira y tú eres un asqueroso embustero! -replicó Soledad airadamente.
-Ni caso, Sol -la tranquilizó su gemela-. Venga, Andrés, no seas pesado y empieza a contar... ¡ya!
Todos, excepto Andrés, echaron a correr dispersándose por el enorme jardín que rodeaba la casa; un jardín encantador con su rústico cenador antiguo, íntimas glorietas cubiertas de enredaderas en flor, sombreados banquitos de piedra arropados amorosamente por sauces añejos y coloridos parterres floridos en toda su opulencia primaveral.
Violeta se perdió en la parte trasera de la casa. Soledad fue detrás de ella. Adivinó que su hermana pensaba esconderse en el arcón donde se guardaban las sillas plegables y que, en ese momento, estaba vacío. No se equivocaba.
-¡No, vete Sol, no cabemos las dos, escóndete detrás del seto!
Ella así lo hizo, aunque molesta por el tono altanero que había empleado Violeta.
Y desde el improvisado escondite vio llegar a Andrés.
"¡Ha mirado! El muy tramposo, sabe que estamos por aquí, pensó frunciendo los labios con desagrado-. Y seguro que no ha contado hasta cien. ¡Se va a enterar!"
Andrés se acercó al arcón, miró a su alrededor con disimulo y le pasó el cerrojo.
-Ahí te quedas un buen rato, lis-ta . A mi no me vuelves a insultar -dijo acercando la boca a la tapa. Y se marchó silbando desafinadamente.
"¡Será cerdo! ¡Se piensa que la que está ahí dentro soy yo!, se dijo Soledad, atónita y furiosa a un tiempo-. ¡Le voy a arrancar todo los pelos de esa cabeza de pepino que tiene!
Imagen: Gemelas, de Rosario Rebull
Salió de detrás del seto y escuchó a Violeta golpeando el arcón, pero en aquella parte del jardín no había nadie más que ellas dos. Soledad se mordió los labios, pensativa. ¡Que se aguantara un rato! ¿No la había echado antes? ¡Pues a jorobarse toca!
-¡Sol, ábreme, hace mucho calor aquí, Soooool!
Sin embargo, Soledad prefirió matar dos pájaros de un tiro: fastidiar a su hermana y arrancarle el pelo a Andrés. Con una expresión en la cara que presagiaba tormenta echó a correr en busca del incauto. Lo encontró al otro lado del jardín, cerca del cenador. Sin pensarlo dos veces saltó sobre él como lo haría un tigre hambriento sobre una apetecible presa.
En cuestión de segundos el escándalo fue mayúsculo. Los dos rodaron por el suelo enzarzados, entre golpes, arañazos, chillidos y patadas. Algunos padres y otros niños se acercaron corriendo, atraídos por el griterío.
Les separaron a duras penas, los dos respiraban agitadamente, Andrés bufaba y Soledad estaba rabiosa. El aspecto de ambos era lastimoso.
El chico y sus padres abandonaron la fiesta diez minutos después.
En cuestión de segundos el escándalo fue mayúsculo. Los dos rodaron por el suelo enzarzados, entre golpes, arañazos, chillidos y patadas. Algunos padres y otros niños se acercaron corriendo, atraídos por el griterío.
Les separaron a duras penas, los dos respiraban agitadamente, Andrés bufaba y Soledad estaba rabiosa. El aspecto de ambos era lastimoso.
El chico y sus padres abandonaron la fiesta diez minutos después.
-¡Vete a tu cuarto, Soledad! -le ordenó su padre secamente-, no quiero volver a verte hasta que todos se marchen, ¿está claro?
-¡Yo no he tenido la culpa, él empezó! Quiso encerrarme...
- No te lo voy a repetir, ¡obedece!
Ya me has quedado con la intriga!!jeje
ResponderEliminarPronto dejará de serlo.
EliminarPues aqui estare para leerlo!
EliminarCada vez se pone más interesante, ahora ya sabemos que es lo que pasó, pero tampoco fue culpa de Soledad, ella quería vengarse de Andres, y claro, con todo el lío que se montó, tampoco pensaría en que a Violeta le fuera a pasar algo así.
ResponderEliminarBesos Nena, me está gustando mucho!
No fue su intención que las cosas acabaran así, tienes razón. Pero por sus ansias de fastidiar a la una y vengarse del otro, la cosa acabó en tragedia.
EliminarMe alegra saber que te sigue gustando.
Besos Laura!!
Ayyyys.....!!! Como puede una rabieta de niña acabar tan mal, creo que lo último que seguramente esperaba Sol era algo así, una cosa es querer gastarle una pasada a su hermana al tiempo que se peleaba con Andrés y otra distinta lo que sucedió en realidad. No quiero ni imaginar la agonía de Violeta dentro del arcón.
ResponderEliminarMe tienes enganchadísima a tu relato.
Besitos!!
Así es FG, uno no piensa demasiado en las consecuencias de sus actos cuando tiene nueve años y Soledad es, además, muy impulsiva.
EliminarYo también prefiero no imaginar la agonía de Violeta, es duro.
Pues me alegro mucho si es así.
Besitos!!!
Pues yo creo que es super mala y que por eso ahora se ha vuelto loca al paso de los años y va a acabar encerrada !!!!!!!!!
ResponderEliminarMe encanta este relato Nena.
Un beso.
¿Tú crees que es tan mala? ¿En serio?
EliminarYa veremos si acaba encerrada.
Y a mi me encanta que te encante, Lidia.
Besos!!!
Que crueles pueden ser los niños a veces, sin saber realmente que pueden hacer un daño irreparable, travesuras de críos...
ResponderEliminarSeguiré a la espera :P
Besos
Muy bueno, en serio, genial!!
Travesuras de críos que cuestan muy caras.
EliminarGracias Coté.
Besos
He leido los dos últimos capítulos de un tirón para ponerme al día y confieso que esto ha tomado un giro inesperado que no me imaginaba siquiera. Espero impaciente la continuación.
ResponderEliminarUn beso, artista!
Tengo que confesar que, desde que comenzó el relato hasta ahora, tampoco yo me imaginaba el giro que iba a tomar.
EliminarPues hasta la próxima entrega.
Un beso!!
¡¡Ostras!!
ResponderEliminarJajajajajajajaja
EliminarWow.! Genial ! a esperar la 5ta parte ahora..! Muy buenos tus escritos...y me quede por aca...te invito al mio. Un calido saludo.
ResponderEliminar¡Gracias, Idolidia, eres muy bienvenida! Sera un placer volver a verte por aquí y darme un paseo por tus escritos.
EliminarUn abrazo.
Bueno, la verdad es que mientras leía esta parte la iba "sufriendo"; es que las tragedias de niños me ponen muy mal... Pobre, nunca pensó que su hermana podría morir; ahora entiendo, su sentimiento de culpa la ha dejado muy mal, la ha trastornado.
ResponderEliminarOjalá al final de a historia haya una luz para su vida.
Besos!
Si la has ido "sufriendo" mientras leías, me hace pensar que he logrado transmitir lo que quería, me quedo satisfecha.
EliminarNo, ella no lo pensó, ni Andrés al encerrarla, son cosas de críos, ellos no ven los peligros como los vemos los adultos, actúan más por impulsos, sin pensar en consecuencias.
Pronto aclararás el resto de tus dudas.
Besos!!!
Nena se me ha puesto la piel de pollo con esa última frase jajaja que historia increíble me esta encantando... que no termine mas.. mira que de a poco te vas escribiendo el libro! jajajaja Aquí estaré esperando lo inesperado...Me encanta tu manera de escribir dejándonos con la intriga, y sin saber que va a a pasar :)
ResponderEliminarUn beso!
Si, Celeste, que empiezo con un relato que pretendía ser cortito y no acabo jajaja. Pero ahora sí, ahora ya no queda nada, creo que esta vez puedo decirlo sin meter la pata.
EliminarMe alegra muchísimo que te guste,
Un beso!!!
Ana María :) Morir de esa forma mmm ahora se entiende el trauma de Soledad, fue responsable de la muerte de su hermana..
ResponderEliminarAna María, escribes genial :)
Bendiciones
Terrible ¿no?
Eliminar¡Muchas gracias Luis!
Un beso!
Accidentes infantiles se producen más a menudo de lo que podemos imaginar...me ha gustado mucho este nuevo capítulo Ana y es normal que tu misma estes sorprendida...¡¡eso es debido a lo mucho que vales escribiendo!!
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Un cariñoso abrazo, Pilar
Los niños pueden no ser conscientes de que sus actos tienen consecuencias; aprenderlo de esta forma es muy cruel, pero la vida , a veces, enseña a base de palos.
EliminarGracias por tus siempre cariñosos comentarios Pilar.
Pasa un excelente domingo.
Un abrazo fuerte!
Cuando la vivienda habitual está en una finca con varios departamentos, la idea se pasa por la cabeza.
ResponderEliminarDisfruta de este fresquito fin de semana.
ResponderEliminarAbrazos, Pilar
¡Por fin, Pilar! Creí que no llegaba. ¡¡Está lloviendo y hace frío!! No sé si aullarle al cielo en agradecimiento.
EliminarPasa un buen fin de semana.
Un abrazo grande.